Experimenté ese gozo cuando me enteré de los esfuerzos de un valiente grupo de bomberos que luchó por salvar de las llamas un centro de estaca en el sur de California, en 2015. Al extenderse el incendio, el comandante de los bomberos llamó a un amigo SUD para preguntarle dónde se guardaban las reliquias sagradas y las copas de la Santa Cena para que se pudieran salvar. Su amigo le aseguró de que no había reliquias sagradas y que las copas de la Santa Cena eran, en realidad, reemplazables fácilmente; pero el comandante sintió que debía hacer algo más, así que envió a sus bomberos de vuelta al edificio en llamas para que retiraran de las paredes todas las pinturas de Jesucristo a fin de preservarlas. Incluso colocaron una de las pinturas en el camión de bomberos con la esperanza de que los bomberos fueran protegidos. Me conmovió mucho la gentileza del comandante, su bondad y sensibilidad hacia la Luz, en momentos de peligro y dificultades.

En un mundo que se va oscureciendo, ¡la Luz de Cristo se hará más y más resplandeciente hasta el día perfecto!
Nuevamente, me hago eco de las palabras de Pablo: “… vistámonos con las armas de la luz”. Testifico de Cristo. Él es la Luz del Mundo. Que seamos fortalecidos por la luz que está a nuestro alcance mediante una mayor participación en la Iglesia y al aplicar mejor los principios del Evangelio en nuestras familias. Que veamos la Luz de Cristo en los demás continuamente, y que los ayudemos a verla en sí mismos. Conforme recibamos esa luz, seremos bendecidos con más luz, aún hasta el día perfecto cuando de nuevo veremos al “Padre de las luces”, nuestro Padre Celestial.
- Mark A. Bragg, Conferencia General, abril 2017
Mira y lee el discurso completo haciendo clic en el link: Más y más resplandecientes hasta el día perfecto
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