UNA ORACIÓN POR UNA MONEDA DE 25 CENTAVOS


Cuando era médico residente joven en el Hospital de niños de Boston, trabajaba largas horas y me desplazaba entre el hospital y nuestra casa en Watertown, Massachusetts mayormente en bicicleta, ya que mi esposa y los niños necesitaban el automóvil. Una noche regresaba a casa después de un largo período en el hospital; me sentía cansado y tenía mucha hambre, y hasta un poco desanimado. Sabía que al llegar a casa tenía que darles a mi esposa y a mis cuatro hijos pequeños no sólo mi tiempo y energía, sino una actitud alegre. Francamente, hasta el pedalear se me estaba haciendo difícil.
En la ruta, pasaba por un establecimiento donde vendían pollo frito, y pensé que tendría menos hambre y me sentiría menos cansado si me detenía a comerme una porción de pollo de camino a casa. Sabía que tenían una venta especial de piernas o muslos por 29 centavos cada una, pero al buscar en mi billetera, todo lo que tenía era una moneda de cinco centavos. Mientras pedaleaba, le expliqué al Señor mi situación y le pedí que, en Su misericordia, me permitiera hallar una moneda de veinticinco centavos en el camino. Le dije que no lo necesitaba como una señal, pero que estaría muy agradecido si Él consideraría concederme esa piadosa bendición.
Empecé a mirara el piso con más cuidado, pero no vi nada. Tratando de mantener una actitud de fe pero sumisa al andar, me acerqué a la tienda. Entonces, casi exactamente enfrente del establecimiento, vi una moneda de veinticinco centavos. Con gratitud y alivio, la recogí, compré el pollo, saboreé cada bocado, y seguí felizmente a casa.
En Su misericordia, el Dios del cielo, el Creador y Gobernador de todas las cosas en todas partes, había oído una oración sobre algo de muy poca importancia. Uno bien podría preguntarse por qué se preocuparía Él con algo tan trivial. Creo que nuestro Padre Celestial nos ama tanto que las cosas que son importantes para nosotros se vuelven importantes para Él, simplemente porque nos ama. ¿Cuánto más desearía Él ayudarnos con las cosas grandes que pedimos y que sean justas (véase 3 Nefi 18:20)?

- J. Devn Cornish, Conferencia General Octubre 2011

Encuetra el discurso completo haciendo clic aquí: El privilegio de la oración 

Comentarios

  1. Me encantó, ennoblecio mi corazón. Realmente el Padre Celestial siempre nos escucha.

    ResponderBorrar

Publicar un comentario