¡AHORA ESTOY AL CORRIENTE CON EL SEÑOR!

Henry Burghardt, ex presidente de la Misión de Alemania Dresden,
      segundo a la izquierda, se une a sus consejeros, Erich Walter Krause,
    a la izquierda, ya  Gottfried Richter, y al élder Dieter F. Uchtdorf,
de los Setenta, a la derecha. Alemania del Este.

Walter Krause era un miembro fiel de la Iglesia que, junto con su familia, vivía en lo que se llegó a conocer como la Alemania Oriental después de la Segunda Guerra Mundial. A pesar de las tribulaciones que enfrentaba debido a la falta de libertad en esa parte del mundo en aquella época, el hermano Krause era un hombre que amaba y servía al Señor. De manera fiel y escrupulosa cumplía cada asignación que se le daba.
El otro hombre, Johann Denndorfer, originario de Hungría, se convirtió a la Iglesia en Alemania y fue bautizado allí en 1911, a los 17 años. Al poco tiempo, regresó a Hungría, y después de la Segunda Guerra Mundial se encontraba prácticamente prisionero en su tierra natal, en la ciudad de Debrecen. El pueblo húngaro también había perdido su libertad.
El hermano Walter Krause, que no conocía al hermano Denndorfer, recibió la asignación de ser su maestro orientador y de visitarlo con regularidad. El hermano Krause llamó a su compañero de orientación familiar y le dijo: “Hemos recibido la asignación de visitar al hermano Johann Denndorfer. ¿Estaría disponible para acompañarme esta semana para ir a verlo y darle un mensaje del Evangelio?”. Y después agregó: “El hermano Denndorfer vive en Hungría”.
El sorprendido compañero preguntó: “¿Cuándo saldremos?”
“Mañana”, respondió el hermano Krause.
“¿Cuándo regresaremos a casa?”, preguntó el compañero.
El hermano Krause respondió: “Creo que en una semana, si es que regresamos”.
Los dos compañeros de orientación familiar salieron a visitar al hermano Denndorfer, y viajaron por tren y autobús desde el noreste de Alemania a Debrecen, Hungría, un viaje bastante largo. El hermano Denndorfer no había tenido maestros orientadores desde antes de la guerra; al ver a esos siervos del Señor, se sintió conmovido de gratitud porque habían venido. En un principio, se negó a saludarlos con un apretón de manos; en vez de ello, se fue a su habitación, y de un pequeño gabinete sacó una caja que contenía los diezmos que había ahorrado durante años. Entregó los diezmos a sus maestros orientadores y dijo: “¡Ahora estoy al corriente con el Señor. Ahora me siento digno de estrechar la mano de los siervos del Señor!”. El hermano Krause me dijo después que se había sentido intensamente conmovido al pensar que ese fiel hermano, que no había tenido contacto con la Iglesia durante muchos años, de manera obediente y constante había apartado de sus escasos ingresos el 10 por ciento para pagar su diezmo. Los había ahorrado sin saber si tendría el privilegio de pagarlo ni cuándo lo haría.
El hermano Walter Krause falleció hace nueve años, a los 94 años. Sirvió fiel y obedientemente durante toda su vida y fue una inspiración para mí y para todos los que lo conocían. Cuando se le pidió cumplir una asignación, nunca dudó, nunca murmuró y nunca puso pretextos.
Pdte. Thomas S. Monson
Lea el discurso completo en este link: La obediencia trae bendiciones

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