"...Cuando era joven estudiante de medicina, mi estudio riguroso del cuerpo humano me convenció de que Dios vivía. Al saber que el cuerpo era la creación de Dios, me interesé cada vez más en las leyes de Dios que rigen el funcionamiento del cuerpo. A través de extensas investigaciones en el laboratorio, más tarde aprendí la ley que rige el latido del corazón. Además, aprendí que el corazón latiente se podía detener temporalmente para facilitar delicadas reparaciones quirúrgicas. Se podía hacer cambiando la proporción de sodio y potasio en la sangre que se suministraba al corazón. Después, cuando se nutría el corazón con la proporción normal de sodio y potasio, volvía a latir normalmente. Esos hallazgos resultaron ser predecibles, confiables y repetibles.
Hace poco tuve la oportunidad de explicar eso a una clase de la facultad de medicina. Un instruido profesor que estaba presente me preguntó: “¿Y si no funciona?”. Le respondí: “¡Siempre funciona! Funciona de acuerdo con la ley divina”...
...La ley divina es incuestionable e irrefutable; no se puede negar ni disputar. Y cuando las leyes de Dios se obedecen, ¡siempre se reciben las bendiciones pertinentes! Las bendiciones siempre se basan en la obediencia a la ley que se aplica...
...Eso lo aprendí cuando era el cirujano del presidente Spencer W. Kimball. Cuando el marcapasos que tenía falló de repente, el presidente Kimball me pidió que lo ayudara, pero primero me pidió que le diera una bendición del sacerdocio. Después de la oración, en la que se prometió que se arreglaría el marcapasos fallido, me dijo: “Ahora puede hacer lo que necesite hacer para que esa bendición se haga realidad”.
...La ley divina es incuestionable e irrefutable; no se puede negar ni disputar. Y cuando las leyes de Dios se obedecen, ¡siempre se reciben las bendiciones pertinentes! Las bendiciones siempre se basan en la obediencia a la ley que se aplica...
...Eso lo aprendí cuando era el cirujano del presidente Spencer W. Kimball. Cuando el marcapasos que tenía falló de repente, el presidente Kimball me pidió que lo ayudara, pero primero me pidió que le diera una bendición del sacerdocio. Después de la oración, en la que se prometió que se arreglaría el marcapasos fallido, me dijo: “Ahora puede hacer lo que necesite hacer para que esa bendición se haga realidad”.
Efectué la operación. En el cable que llevaba la electricidad del marcapasos al corazón, el aislamiento estaba roto. Cuando reemplacé el cable defectuoso, el marcapasos volvió a funcionar de inmediato, permitiendo que el corazón del presidente Kimball latiera de manera normal. Ni siquiera para el profeta de Dios se podía ignorar la ley relacionada con la transmisión de electricidad.
En verdad, el presidente Kimball era el profeta de Dios. Al observarlo de cerca pasar por varias enfermedades y ver su intenso y penetrante estudio al buscar revelación, él fue mi mentor. ¡Mi amor por él es ilimitado!..."
Pdte. Russell M. Nelson, Devocional mundial para jóvenes adultos, 8 de enero de 2017
Mira el discurso completo aquí: Los profetas, el liderazgo y la ley divina
Pdte. Russell M. Nelson, Devocional mundial para jóvenes adultos, 8 de enero de 2017
Mira el discurso completo aquí: Los profetas, el liderazgo y la ley divina
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